¿Por qué llamar Bosque a un taller que se desarrolla en el centro de una ciudad populosa?

"Nada es absurdo cuando tratamos de construir nuestra vida en libertad", esta cita, que se atribuye a Albert Camus, es la respuesta

Bosque: Taller de Creación Literaria

SADOP (Sindicato Argentino de Docentes Particulares)
Centro de Jubilados
Secc. Córdoba - Centro

Independencia 364

Ana María Frolli

Pasos en la oscuridad


Cuatro cuadras que delimitan una plaza pueden ser el destino final de una vida. Ubicada en el centro del barrio, era visitada frecuentemente por los vecinos. Muchas madres llevaban a sus niños a los juegos infantiles, había hamacas, toboganes, subibajas…hasta contaba con una calesita que era el deleite de los pequeños. También había una gran fuente donde las aguas danzantes iban dibujando arabescos.
Esa noche, fría y desolada, la plaza se encontraba desierta. Sólo las estrellas titilaban en el cielo poniendo un poco de vida en la oscura noche.
Antonio había salido muy tarde del trabajo, era operario de la planta atómica, y varios desperfectos en el complejo andamiaje le habían obligado a quedarse fuera de hora hasta arreglarlos.
Al salir de la planta sintió un aire helado y se colocó el capuchón de la campera. Arrebujándose dentro del abrigo buscó un poco de calor. Caminaba por la calle Avellaneda cuando oyó pasos detrás de los suyos. Ni un alma a la vista. Al principio no le dio importancia pero como los pasos persistían se dijo que al llegar a la esquina doblaría para confundir al posible ladrón. Y así lo hizo, dobló por Trafalgar. Los pasos seguían escuchándose. ¿O era el eco de los suyos? A pesar del aire helado Antonio empezó a sentir que transpiraba, gruesas gotas de sudor le mojaban toda la cara, su corazón latía con violencia y las piernas no le respondían como de costumbre.
Se dijo que llegaría hasta la plaza y se sentaría en un banco para recuperar fuerzas. Lo hizo con gran esfuerzo. Desde el banco donde se había desplomado miró hacia los juegos y su mente voló en recuerdos. En un extremo del subibaja estaba él, en el otro, su hermano. Se veía caminando tomado de las manos de sus padres, en otro pantallazo vio un niño muy pequeño montado en un caballo que subía y bajaba mientras la calesita giraba bajo una música suave de organillo y en cada giro, cuando pasaba frente a su padre, lo saludaba alegremente - ¡ Chau papá! Y seguían las vueltas…
Antonio había caído de espaldas al frío de las baldosas, sus ojos abiertos mirando al cielo. La muerte se acercó hasta él, tomó su alma y murmuró:
- ¡Tan joven! – Es muy dura mi misión. Cuando llegue arriba hablaré con el jefe, le diré… Y siguió farfullando mientras emprendía el regreso bajo la noche estrellada.